La mitología griega era y es una de las más populares en occidente. Estas creencias, que se mantienen hoy gracias a la tradición oral y a autores como Homero, Sófocles y Hesíodo, influencian profundamente el arte, la cultura y las tradiciones de parte importante del mundo.
Si bien esta
mitología no es considerada una religión, cuenta con mitos, leyendas y
narraciones que explican el origen del universo a partir del nacimiento de los dioses
del Olimpo. Según dichos relatos, estos dioses griegos eran deidades con
cualidades humanas, pero con fuerzas o poderes que representaban a la naturaleza.
(Lea: Plotino, el griego que
arribó a destiempo).
Según estudiosos del tema, antes de la supremacía de los dioses del Olimpo el poder lo tenían los titanes, hijos de la Madre Tierra y Urano (el cielo). Cronos era uno de ellos y por temor a que alguno de sus hijos le usurpara su puesto, como él lo hizo con su padre, se los comía al momento de nacer. Rea, quien era su hermana y esposa, no soportó esa situación y salvó a Zeus escondiéndolo en Creta, una isla de Grecia.
Al crecer, Zeus pidió ser copero de Cronos y le dio una sustancia que le hizo vomitar a sus cinco hermanos. Así, empezó la guerra entre dioses griegos y titanes, que terminó con el desapareció de los segundos a los abismos del Tártaro, en el inframundo. Con la victoria, Zeus se convirtió en el jefe supremo de los dioses y dividió el mundo en tres partes: él se quedó con el cielo; Poseidón con el mar; y, finalmente, Hades con el inframundo.
Cada dios griego tenía sus propias características y poseían una fuerza de
la naturaleza. Precisamente, estos poderes o saberes les hacían más venerados
por la cultura griega. Cuando se habla del total de dioses griegos es difícil
dar un número específico, sobre todo por la complejidad de recolectar todas las
narraciones históricas y por las diferentes formas que podían tomar cada uno de
ellos.
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